
Sentada en la mesa, mientras desayunaba, mi cabeza daba vueltas. Ya me estaba empezando a marear pero no podía parar de hacerlo, no podía parar de pensar; los pensamientos me pasaban como si estuviera jugando con un view master, de esos que solía ver hasta aburrirme.
Todo tipo de escenas podía ver en mi cabeza. Al mismo tiempo un raro sentimiento de preocupación, que he sentido mucho en estos días, me apretaba el pecho. Por mis ojos pasaba gente que conozco, gente que no conozco, me hablaban, me reclamaban y yo seguía ahí, en la mesa, con la mirada ida en el plato de huevos revueltos que me estaba comiendo en el desayuno. Las imágenes cambiaban con rapidez, ahora tenía un examen al frente, y me preguntaba : ¿Cómo demonios voy a responder esto? , luego pensaba en la canción que quería escuchar, la que calmaría mi cabeza de una vez por todas, en la que pensaría durante todo el día , y de pronto al fondo lo único que podía escuchar era la voz de Sabina cantando:
... O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.